
Rafa Nadal es el número uno del mundo, con todo merecimiento y torneo a torneo, lo está demostrando. Si en tierra batida, Nadal aniquiló a todos sus rivales, en los cuatro torneos que disputó, el último de ellos, en Roland Garros, solventando viejas revanchas con Soderling, en hierba la participación de Nadal, no ha sido de menor valía, demostrando estar adaptado a todas las superficies.
En el torneo más prestigioso sobre dicha superficie, el manacorí superó una tendinitis en su maltrecha rodilla derecha, derrotando a todos sus rivales, y colándose en la que será, su cuarta final en Wimbledon.
El tenista balear fulminó en las semifinales de dicho torneo, al británico y número cuatro del mundo, Andy Murray, prolongando la mala racha de los jugadores ingleses, que no ganan Wimbledon desde 1936, 84 años sin lograrlo, por culpa de grandes jugadores, como Nadal.
Rafa derrotó a Murray en tres sets por (6-4), (7-6) y (6-4), al igual que hiciera con Soderling en cuartos, demostrando estar un escalón por encima del resto de jugadores. La igualdad del primer asalto, quedó patente en el marcador, llegándose al cuatro iguales, manteniendo ambos tenistas, su servicio. Con (5-4) a favor del español, Murray no mantuvo su saque y Nadal se anotó la primera manga por ( 6-4).
El segundo set fue todavía, más igualado, llegándose a la "muerte súbita", donde nuestro jugador superó al inglés y se anotó la segunda manga por (7-6). Dos sets durísimos que acabaron hundiendo, psicológicamente, a Murray y cargaron de moral a Nadal, que se encontraba a seis juegos, de meterse en su cuarta final de Wimbledon.
Murray reaccionó y consiguió romper el servicio, y mantener una pequeña ventaja (2-4) en el marcador. Sin embargo, Rafa demostró porque es el número uno del mundo, y con un parcial de (4-0), solventó el encuentro, anotándose la tercera manga por (6-4). Sin duda, una gran victoria de Nadal que optará, el próximo domingo ante el americano, Berdych, a ganar su segundo Wimbledon.
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